viernes, 13 de noviembre de 2009

A propósito de Muros

Los consejos de la historia se olvidan rápido cuando se dan las condiciones para que emerjan los pretextos de la bestialidad, a pesar de que, la democracia y la civilidad, establecen que ninguna solución de fuerza es aceptable en nuestro tiempo. Por eso la caída del muro de Berlín, es celebrada por la humanidad pacifista como símbolo de lo que nunca debe repetirse. Hace veinte años las manos de la libertad derrumbaron el muro y acabaron, al menos en teoría con la guerra fría.

Pero como la historia es muy sorprendente y para contradicciones no ganamos, mientras hoy ,09 de Noviembre del año 2009, sin que terminamos los festejos, el día 08, el presidente de Venezuela Hugo Chávez prepara a su ejército para la guerra y advierte al Gobierno de Barack Obama, sobre los riesgos y consecuencias que podría acarrear la instalación de 20 bases militares estadounidenses en Colombia.

A los mexicanos nos queda la enseñanza de la historia y la obligación moral de fortalecer nuestro rechazo a toda confrontación violenta con otros países. Sería el colmo que teniendo tantos problemas al interior, asomáramos la nariz a la conflictiva internacional. Desde luego que la caída del muro de Berlín nos alegro y ahora lo recordamos con un “nunca más”. Sin descuidar que aquí, estamos a unos días de iniciar las celebraciones correspondientes a nuestra independencia y la revolución mexicana.

Doscientos años hace que en México, cayó el muro de la cruel y voraz conquista construido por los españoles; y 100 años del inicio del derrumbe del otro muro, el de la ambición del poder y la intransigencia, el de la dictadura de Porfirio Díaz y sus afrancesados arquitectos.

Este año ya no se pudo, bueno, si se pudo pero no se quiso. Por eso, el 2010, es año clave para derrumbar los muchos muros levantados por la inconsecuencia y la falta de una ambición por México. Ya hemos hablado de esas resbaladizas murallas que, por el bien de todos, deben desaparecer de las estructuras como país y de nuestras actitudes como mexicanos.
Somos pues, un país amurallado y nos urge dejar de serlo. Y digan si no están como prueba el muro de la tortilla, el de la ignorancia, la corrupción, la injusticia y la impunidad; el muro del desempleo y el hambre, el de la hipocresía y el cinismo, el muro fiscal recién reconstruido por el congreso, y el escabroso muro del crimen organizado contra el cual golpea la metralla que no atina en los cuerpos de culpables o inocentes.

Si México dejó de ser un país de volcanes, también debe dejar de ser un país de muros fincados en nuestra voluntad. Ya es tiempo.

¿No le parece?

La única certeza en la vida continúa siendo la muerte

Mucho podemos decir estos días sellados por los recuerdos de profundo amor y gratitud hacia nuestros seres queridos; también de admiración o desprecio por aquellos personajes o personajillos que en la historia de la humanidad, nos han marcado para bien y para mal, en este viaje existencial que se inicia con el nacimiento y termina con la muerte.

El día de muertos nos trae a la memoria la temporalidad individual y a nuestra conciencia la responsabilidad de heredar, si no un mundo mejor a nuestros hijos, al menos las pruebas fehacientes de nuestro esfuerzo por lograrlo. Eso nos brindaría la satisfacción de no morir del todo, ya que se dice, y estoy de acuerdo con ello, que uno muere por completo cuando es olvidado por los que siguen viviendo.

El tema de nuestra efímera existencia como individuos, por lo general lo reunimos y se lo dejamos a los filósofos y a los poetas porque, lamentablemente, son quienes menos influyen en nuestra petrificada vida, la que consideramos, de plano, un bullanguero carnaval. Nada tan alegre para los despreocupados, y nada tan triste para la grandeza que con sus cualidades pudiese construir el homo sapiens para su propio bien.

A unos días de llegar el año 2010, somos 6,500 millones de habitantes en la tierra. Esto quiere decir, que es el día de 84,000 millones de personas que en la historia de la humanidad han muerto. Así lo dicen los científicos. Hemos nacido más de 90,000 millones, y de ellos, unos cuantos han sido protagonistas en la historia y en los cambios; otros, solo testigos mudos ante el paso de las estrellas y los más, han atendido a plenitud el consejo de la cubana Celia Cruz, haciendo de carnaval su pobre existencia.

Así, ha quedado comprobado que todos los que tenemos la suerte de ser humanos, a diferencia de los animales, somos capaces para definir con nuestros actos, el lugar en la memoria de los que se quedan con el apellido, la sangre y en la historia misma.

De seguir las tendencias en los índices de nacimientos y mortalidad, para el año 2025, la tierra tendrá 8,000 millones de habitantes. Pero de no parar este eterno carnaval, tal vez llegue a los 10,000 millones, con todas sus consecuencias, para bien y para mal.

Entonces, la única certeza en la vida seguirá siendo la muerte. Y el secreto estará en retardar lo más posible el sueño eterno. Mientras tanto siga usted sumando crepúsculos y si no puede, no olvide que de amor, hasta morir es bueno. ¿No le parece?